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domingo, 10 de junio de 2012

Mirar sin querer ver

Hace ya algunos años que miraba sin querer ver, sentía sin querer sentir, observaba un final sin querer que pasara el tiempo. Cuando una persona vive sin pensar en un futuro es tan sencillo, tan fácil, tan agradable que me encantaría haber seguido así toda mi vida.
Ha pasado mucho tiempo desde que pronuncié una frase en un bar que  cambió por completo mi percepción de la amistad, sin querer pretender nada, sin pensar en lo que estaba diciendo; esa frase fue el principio de la visión, de las risas, de una pequeña complicidad, de estar siempre cuando nos necesitábamos mutuamente.
Incluso me sorprendía tener esa sensación tan maravillosa y bella hacía una amistad. Sentir es bonito pero a la vez puede llegar a doler, a provocar el llanto, la ansiedad, la melancolía, la locura pero también provoca la risa, la complicidad, el entenderse sin mediar palabra y saber lo que se necesita a cada instante...
Esa tarde estaba enfadada, perdida, desencaminada y me pedí un quinto en el bar de siempre, miré para los lados sentada en la barra y hablé sin parar. Desde ese día no paré de hablar, nos veíamos cada día, nos escapábamos al mar para soñar, para ser.
Las amistades así no se entienden, tampoco pretendía que se entendiera. Estar bien, sentirse bien  y hacer que tu amigo o amiga deje de pensar en todo lo malo y disfrute del momento para mi es tan importante que todo lo demás sobra.

Noches, cafés, croasanes mañaneros antes de ir a trabajar, cumpleaños, canelones en Sant Esteve, mudanzas, hombros llorosos...
Era una cuerda fuerte con muchos nudos y bien atada.

Cuando empezó a quebrarse esa cuerda ? Yo te lo diré.

Empezó a desatarse el primer nudo cuando me quedé embarazada, el segundo nudo se deshizo por completo cuando me fui a vivir a otro lugar. Con los meses regresé por un tiempo y se rehizo el segundo nudo, no lo habíamos perdido todo. Pero partí de nuevo y cuando por fin regresé para no volver se soldó el primer nudo que había sido desatado.

Volvía a ser fuerte la cuerda, no ?

Pues... una lluvia de cuchillos cayó del cielo aguantando todos los chaparrones posibles, salió de nuevo el sol y regresaron los cafés, los helados, las cervezas, los cigarritos, los abrazos y las buenas conversaciones.
Pero uno de esos cuchillos había rasgado un poco la cuerda sin darme cuenta y no nos dio tiempo a arreglarla ni a sustituirla por otra.
Llegó una mano que aguantó la mía para poder ser fuerte y poder sostenerla. Pero cuando dos hacen fuerza por un lado y uno la hace por el otro extremo, no tengo que deciros lo que pasa. Uno de los dos acaba soltando la cuerda de tal manera que se acaba el juego.
No utilicé la palabra perdedor, ni siquiera me sentó bien que no pudiera sostener la cuerda. Así que todo quedó en tablas para continuar tomando cafés una vez cada seis meses...
Jugar demasiado cansa, aguantar también, esperar desespera y dejar pasar el tiempo, enfría.
Esperar que alguien te demuestre cosas es algo que tengo que dejar de hacer. Ser tan detallista con según que cosas me hace ser tan boba, tan sensible que no tengo ganas de sentir la ansiedad que he sentido estos dias...

Por qué ?

Porque nunca había sentido lo que era querer tanto a un amigo, nunca había sentido lo que es ver el fin de algo y nunca había sentido que..." algo se muere en el alma cuando un amigo se va".
Miré sin querer ver y no pude hacerme a la idea de que algún día esto pasaría, miré sin querer sentir y el último día se tornó en llanto. Un llanto que pude reprimir en su momento pero que no puedo aguantarlo dentro.  Y aunque siento todo lo que digo y digo todo lo que siento, me parece increíble poder seguir diciendo que me encanta haber sentido esto porque así se lo importante que es esa amistad para mi y que no he perdido mi tiempo en haber pronunciado esa frase, observando como le quitaba la etiqueta a un quinto de cerveza.
Callada y sin decir las cosas, así todo sigue su curso. Pero a veces me encantaría gritar a los cuatro viento que me hubiera encantado sentirme de mas y no acabar como si fuera ese familiar lejano que vive a tropecientos kilómetros de distancia y al que nunca ves.
Así es... como si hubiera mil kilómetros entre los dos y un muro de hormigón que solo se nos permite pasar una o como mucho dos veces al año.

Mirar sin querer ver... sin querer ver el final de la historia y sin poder pedir nada a cambio. Me encantaría pasar ese sentimiento y ser como la melancolía que sentí yo el otro día :)

Menos mal que ahí está esa mano que está siempre a mi lado, mi arcángel que enfadado y refunfuñando me prohíbe que me guarde esas cosas para mi y me ordena que hable con él, todas las cosas buenas o malas que sienta en mi cabeza ( mente ), pecho ( ansiedad ) o corazón ( sentimiento ).
Y descubro que puedo hablar de cualquier cosa, que no soy malinterpretada y entiende que yo soy toda sentimiento por los cuatros costados... que me pierde la boca y hay que saber mirarme mas allá de mi apariencia :)

Mirar sin querer ver... sin querer ver un final de la historia y sin poder pedir nada.
" Todo y nada que explicar... "
..."tú acuérdate también de mi... "

Besos